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El valor del libro

El escritor Hans Rothgiesser habla sobre la cadena de valor en el mundo del libro.



Desde su experiencia como autor de libros de terror y ciencia ficción —lo que se conoce a veces con injusto desdén como literatura de género—, Hans Rothgiesser abordó frente a los alumnos del curso de Periodismo e industrias culturales los pasos que sigue un libro desde la concepción abstracta en la mente del creador hasta la final ejecución material y posterior comercialización de la obra publicada.

Rothgiesser —que estudió economía— empezó su exposición desfogándose, realizando una catarsis hacia la literatura de nuestro país. Porque las letras en este terruño están dominadas por el realismo urbano —Ribeyro, Vargas Llosa, Reynoso— y el costumbrismo andino —Arguedas, Alegría—, una tradición que muchas veces influye en la (poca) recepción del público y la crítica a obras que se caracterizan por tener tramas orientadas hacia lo fantástico. Por eso para autores como Rothgiesser puede ser un problema difundir sus escritos: la prensa cultural en la mayoría de casos no le da bola. Escribir terror en el Perú puede volverse entonces una pesadilla. A él, por ejemplo, la única vez que lo llamaron de El Comercio fue para un reportaje sobre zombis —la moda en ese momento— en la revista sabatina Somos. Sin embargo, su postura no deja de poseer tintes reaccionarios: dijo con algo de sorna que para tener éxito muchas veces tu narrativa tiene que mostrar a campesinos siendo golpeados por militares. Fuera de lugar.

Pasando a temas más amables, dijo que los peruanos sí leen, en contra de lo que muchos puedan pensar. Mencionó que el año pasado el libro más vendido en librerías Crisol fue El Principito. Y que también se escribe mucho: cuando se empezaron a popularizar los blogs, llegamos a ocupar el primer lugar en cantidad de blogueros. Es más: ahora hay una literatura subrepticia, que no tiene resonancia en los medios tradicionales: Wattpad, una red social orientada a la lectura y la escritura, que cuenta con exponentes como la tacneña Aurora Seldon.



Forman parte de la cadena de valor del libro —en primer lugar y sobre todo— la creación literaria. Le sigue la detección del talento, es decir, mánagers capaces de descubrir y potenciar a las nuevas plumas. Aquí en el Perú falta eso: escritores exitosos como Renato Cisneros tienen sus agentes literarios en Madrid. Otra aspecto es la edición; involucra a los editores, correctores y diseñadores. Por otro lado, la impresión incluye el trabajo de encuadernación y empastado que realizan las imprentas. Continúa con la distribución, otro punto débil en nuestro país. El autor de Réquiem por Lima contó su experiencia de autor primerizo, cuando recorría las librerías de Miraflores para ver qué tal se vendía su flamante publicación y si le daban una adecuada exhibición a sus libros —se dio cuenta que salía más rápido cuando la ubicaban en el área de fantasía y no en la de literatura peruana—. Cuando después de unas semanas le dijo a su editor que su libro se había agotado en algunos lugares, su editor no le creyó. Además, al ser una editorial pequeña, no tenían la logística para realizar reposiciones con frecuencia. Así que él tuvo que poner de su tiempo y su bolsillo para agilizar ese proceso.

Finalmente, la exhibición y el mercado ponen a disposición del público el material realizado. Una de las cosas que según Hans Rothgiesser se aplica en el ritmo de la distribución en el mercado es la campana de Gauss, una representación gráfica que concentra ciertos productos, mientras que lo que se conoce como long tail (o cola larga, en español) es aquello que está dirigido para gustos más específicos. Lo último no se debe descuidar, porque ese nicho suele ser mucho más fiel.

Si aplicamos la campana de Gauss al mundo de los libros, pues se entiende porque muchas veces librerías y editoriales apuestan solo a un par de títulos que con seguridad se vendan que al riesgo de descubrir nuevos autores. Bajo esa lógica es que muchos youtubers —quienes tienen un grupo de seguidores que los siguen con fanatismo— han publicado libros en editoriales transnacionales. “Por eso ellos no quieren un menú variado, quieren pocos títulos que vendan mucho”, dijo Rothgiesser. Eso genera mucho más ganancias y facilita el negocio.

Entre otras cosas, también habló de los beneficios que trae el plan lector. “Es cultura que te metieron por la nariz, pero cultura al fin y al cabo”. De los futuros lectores depende que tengamos una cultura editorial mucho más nutrida y variada.

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